¿Cómo va el partido?

Un divorcio y una timidez voluntaria eran motivos suficientes para retirarse en busca de paz a un pueblo de la Sierra, donde llevaría la botica local.

 

-Aquí tiene. Cuídese.

-Gracias. A pasar buen día. Yo iré a comer donde María, que hoy hace cocido. Si quiere…

-No,gracias (…). Buenas, ¿qué desea, señora?

-Traigo el menú de la semana por si quiere ponerlo en la puerta.

-Usted debe de ser María. Lo siento. Este no es el sitio adecuado. Buenos días.

 

“No sé si me he pasado de borde. La señora parecía agradable. Y ni siquiera ha puesto mal gesto cuando le he dicho que no”. En esos pensamientos andaba, cuando sonó la campanita que anunciaba que alguien había entrado a la botica.“Voooooy”.

 

-¿En qué puedo ayudarle?

-En nada. Hoy es la tarde de juegos de mesa donde María. ¿Se viene?

-Muchas gracias. Otra vez será.

 

Ver el telediario mientras cenaba no era, a priori, tan mal plan, pero no pudo evitarlo y llevó a práctica un uso común en los pueblos: correr el visillo y echar un ojo al bar. Tras los cristales se adivinaban risas bajo una cálida luz amarilla; una pareja llegaba abrazada de la cintura. María y su precioso vestido azul... “En fin, voy a dormir”.

 

Que si películas clásicas, concurso de mus… Había rechazado ya tantos planes “donde María” que su paciencia iba a reventar.

 

-¡Señor Juan! ¿Cómo va su rodilla? ¿Qué necesita?

-¡Que no vaya a peor es lo que necesito! Hoy es tarde de Champions, ¿va a venir donde María? Las tardes de fútbol pone croquetas.

 

Un extraño relámpago caliente recorrió su cuerpo: no sabía si estaba enfadado por tanta insistencia, si mudarse a ese pueblo había sido el error de su vida o si se moría de ganas de ir, probar las croquetas de María y comprobar, más de cerca, lo bien que le quedaba el vestido con el que la había visto cruzar la plaza. Pero, ¿cómo entrar, qué decir?

“Me pondré rojo, moriré de pavor. Se me tiene que ocurrir algo corto, directo. Por ejemplo: ¿cómo va el partido?”.

-A cero. Siéntese aquí.

-¿Qué quiere tomar?

“Y ese fue el principio del fin de mi soledad buscada y mi timidez fingida, cariño, María. Y eso que, como bien sabes, ni siquiera me gusta el fútbol”.

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